La farsa de la diversidad sexual
promovida por la agenda mundialista.
Por Lord Stob.
Se
nos dice en el democrático Occidente, que existe tolerancia hacia lo que
denominan como “diversidad sexual”; se nos dice que existe tolerancia para
heterosexuales, homosexuales, bisexuales, transexuales, etcétera; pero voy a
demostrar muy fácilmente con este artículo, como tal afirmación es una completa
y burda mentira. Lo que en verdad veremos que existe, es una agenda feminista y
sodomítica, cuyo objetivo final es la disminución de la población mundial en
general, y de la raza blanca en especial.
Por
todos lados oímos que todas las denominadas “orientaciones sexuales” deben ser
toleradas, porque supuestamente todos tenemos “distintas formas de amar”; y se
nos dice que históricamente los homosexuales y transexuales han sido sistemáticamente
discriminados y perseguidos, y que finalmente ahora, llegamos a una “era de
luz”, donde ya nadie más es perseguido ni discriminado por su “orientación
sexual”. Pero esto todo que dicen, en realidad, son puras mentiras: la verdad
es que el Estado nacional y el Estado global de la Organización de las Naciones
Unidas (ONU), sólo promueven las denominadas “orientaciones sexuales” que le
son convenientes para su agenda; y es más, no tienen ningún pudor en perseguir
otras “orientaciones sexuales” que no les son convenientes para su agenda
(((mundialista))). Y en definitiva, lo que se termina haciendo es atacando a la
heterosexualidad normal, para destruir a la familia natural y para así, generar
disgenesia y también una abrupta disminución de la población mundial.
Las
élites globalistas necesitan de forma desesperada que la población mundial se
reduzca al mínimo, para así, tenernos a todos controlados; y cuando no pueden
disminuirnos la población mundial, al menos procuran la disgenesia, sea a
través de vacunas envenenadas, alimentos transgénicos, “legalización” de las
drogas, incentivo del alcoholismo, etcétera. Y todas esas políticas, las hacen
principal hincapié en Occidente, para así, disminuir en especial, a la
población blanca del mundo: (((ellos))) quieren destruir la civilización
cristiana, occidental y aria; quieren hacer que no queden ni rastro de
nosotros; y de paso, antes de destruirnos por completo, nos quieren humillar y
torturar psicológicamente. Por eso promocionan la sodomía, especialmente en
Occidente: porque nos quieren humillar; que nuestras mujeres sean unas
invertidas machonas, y que los varones seamos unos afeminados y/o unos
“cornudos”.
Por
eso, como expliqué en artículos precedentes, es que (((ellos))) incentivan
cosas como el divorcio
y la fornicación.
Nos atacan por todos los frentes; no sólo es un ataque físico, sino más bien
mental y espiritual. Las élites mundialistas son en verdad, servidores de
Satanás, y por eso es que van por nuestras almas; por eso es que están tan desesperados
por disminuir la población de todo el mundo; pero primero, necesitan eliminar a
la mayor raza civilizadora de la Tierra y mayor competidora de la raza
semítica, es decir, la raza jafetita o blanca. Por eso es que incentivan el
inmigracionismo y las relaciones interraciales; al mismo tiempo que impulsan el
aborto, la anticoncepción y paradójicamente, la fornicación, para así deshonrar
a las mujeres occidentales y a la vez, humillar a los varones occidentales. El
enemigo principal del sistema globalista es el varón blanco heterosexual, y más
aún, si es cristiano y conservador. Yo entro perfectamente en esa categoría; mi
rostro para (((ellos))), es el rostro de un “monstruo”: un hombre ario
mediterráneo, cuyas ideas son reaccionarias con respecto a la religión
progresista mundial. Sucede que este mi rostro, es el típico rostro del varón
occidental común, que es a quien quieren demonizar: el “malo de la película”,
según ellos, siempre son personas como yo, y en algunos países, parece que, si
en lugar de ser mediterráneo es rubio, entonces peor, es más “malo” que yo
todavía. De todos modos, el europeo estándar es el enemigo del sistema; el
estadounidense estándar es el enemigo, el canadiense estándar es el enemigo, el
australiano estándar es el enemigo, el uruguayo estándar es el enemigo, el
argentino estándar es el enemigo, el neozelandés estándar es el enemigo; en
resumen, el occidental estándar es el enemigo, u el hombre blanco estándar es
el enemigo, el “malo de la película”.
Y
así, bajo este contexto, el oficialismo globalista ha aprobado en la mayoría de
nuestros países occidentales varias “leyes” que siguen su particular
(((agenda))): el aborto inducido, la promoción de la anticoncepción, “leyes” a
favor del inmigracionismo (básicamente que los países namurasios o no-blancos
nos invadan), la promoción de las relaciones interraciales, el feminismo (que
las mujeres se vuelva insufribles e insoportablemente odiosas; es decir, ir en
contra de la naturaleza femenina), y toda esa basura propagandística abrumadora
del autodenominado “LGBT”; que significa para ellos “lesbianas, gays,
bisexuales y transexuales”. Aquí notamos que, por ejemplo, usan la palabra
inglesa “gay”, que significa “alegre”, para insinuar que ellos son los únicos
“alegres” y que todos los demás, las personas normales, somos “tristes”. Usar
esa palabra, es un claro ejemplo de propaganda por parte de este nefasto lobby
o grupo de presión. Además, usan el término de “transexuales”, en lugar de
referirse a ellos o ellas como “travestidos”. Los términos correctos para todos
ellos, es sodomitas o invertidos. Así siempre se lo entendió no sólo en
Occidente, sino en todas las culturas humanas.
No
importa cuánta falsificación de la historia intenten hacer; por ejemplo, según
la (((Wikipedia))) muchos personajes históricos fueron “personalidades LGBT”, y
por supuesto, que sí hubo históricamente personas invertidas, pero lo que
sucede es que la (((Wikipedia))) miente diciendo que personas que no fueron, sí
lo fueron; como por ejemplo, Ricardo Corazón de León, Alejandro Magno,
etcétera. Esas personas no fueron sodomitas.
Así
tenemos el mito moderno—creado a fines del siglo XIX y principios del XX—de que
en la Antigua Grecia o Antigua Roma se toleraban a los invertidos; lo cual es
todo de cabo a rabo, completamente falso. No, en dichas civilizaciones no sólo
no se toleraban a los invertidos, sino que se los tenía como de lo peor que
podía existir; eso quiere decir que sí, existían personas homosexuales. En toda
la historia existieron personas homosexuales, desde Sodoma y Gomorra, como lo
muestra en la Santa Biblia; pero en la gran mayoría de la historia y en todas
las culturas sencillamente esas desviaciones no eran toleradas por la sociedad
en general. Por ejemplo, veo que existen muchas personas que se tragan la
propaganda sodomítica de que Aquiles y Patroclo eran una pareja homosexual;
pues no, para nada, me leí La Ilíada de cabo a rabo y en ningún lugar
menciona semejante cosa. Sí es verdad que eran muy amigos, pero esa amistad no
tenía nada que ver con algo sexual; de hecho, el texto deja muy en claro que
cada uno tenía su propia mujer; si mal lo recuerdo, la mujer de Aquiles era
Diomeda y la de Patroclo, Ifis.
Y
así pues, se nos miente de forma sistemática que la homosexualidad fue “tolerada”
como algo “normal” en otras épocas; incluso se llega a decir blasfemias como
que hubo santos “homosexuales” y mentiras rotundas como que “la Iglesia
Católica toleró a la homosexualidad en sus primeras épocas”. Pues parece que no
leyeron a San Pablo. En ningún lugar de la Biblia jamás se toleró la
homosexualidad; y en ningún tiempo histórico de la Santa Madre Iglesia, ésta
jamás toleró a la homosexualidad. De hecho, una de las acusaciones que les
hicieron a los templarios, era la sodomía, además de la herejía. Se llega al
punto de falsificación de la historia tan grande, que dicen absurdos como que
“en la Edad Media se toleró a los homosexuales”. ¡Deliran! Precisamente digamos
que es la época en la historia donde menos se toleró cualquier otra cosa que no
fuera la heterosexualidad.
Ahora
bien, con todo esto que yo menciono de forma breve y escueta, quiero dejar en
claro que no quiero decir que los homosexuales surgieron recién ahora en el
siglo XXI, como si nunca hubiesen existido. Por supuesto que sí existieron,
pero resulta que en este siglo—y ya desde fines del anterior—el progresismo ha
decidido respaldar a estas degeneraciones como si fueran algo “normal”, hasta
tal punto de falsificar la historia y afirmar que “siempre fueron aceptados” y
es “ahora que vivimos en tiempos de gente intolerante”. Y así, en la medida que
el progresismo actual ha enarbolado a la sodomía como una de sus banderas de
batalla, es que el homosexualismo se ha convertido en una moda, que ha hecho
que, en efecto, el número de personas que se consideren a sí mismas como tales,
se haya incrementado de forma exponencial. En otras palabras, se ha convertido
a Occidente, en una especie de Nueva Sodoma.
Así,
en los últimos tiempos, no sólo se les ha podrido el cerebro a las masas, para
que toleren a los sodomitas, sino que el número de los mismos ha aumentado, y
también se ha llegado al punto, en que cualquier persona que critique a los
invertidos sodomitas se convierte en blanco de discriminaciones e incluso
persecuciones judiciales. Es decir, se han invertido completamente los valores
morales.
Pero
entonces debo aclarar que, el problema para la sociedad en general, no es que
simplemente existan sodomitas. Para los católicos—y para la inmensa mayoría de
las religiones tradicionales—la sodomía es pecado mortal y quien la ejerce, se
va al fuego del infierno. Punto. Sin embargo, eso es desde el punto de vista
religioso; y desde el punto de vista biológico, la condena también es
categórica: los homosexuales no se reproducen. Tampoco hay nada más que discutir
aquí.
Ahora
hablemos un poco de los sentimientos de las personas; porque siempre se me
suele acusar que todo lo veo de forma demasiado racional, dejando de lado los
sentimientos de los seres humanos; y entonces tenemos que, según los lobbies
homosexuales, la homosexualidad es una “orientación sexual”, y que es un “amor
tan válido como el amor conyugal heterosexual”. Nótese aquí la confesión
magistral de parte de los propios sodomitas: ellos mismos de entrada, no
definen a su supuesto “amor conyugal” como “orientación romántica”, sino que la
definen como “orientación sexual”, es decir que ellos priorizan lo sexual
puramente carnal, por encima del amor conyugal. Entonces, esto significa que,
en el fondo, todo homosexual sabe que su supuesto “amor” por su pareja sodomítica,
no es tal, sino que no pasa de lujuria. Esto, por ejemplo, me quedó muy claro
cuando leí un testimonio de primera mano, del tradicionalista japonés Yukio
Mishima, en su novela Confesiones de una máscara; allí, el autor, quien
en la vida real fue bisexual (es decir, en parte homosexual), nos presenta a un
personaje que desde niño comenzó a tener desviaciones sexuales de índole
homosexual, y cuando fue creciendo tuvo atracción sexual por un compañero de la
secundaria. Obviamente, ese compañero no le hizo caso, ya que le gustaban las
mujeres, y todos sus compañeros varones de clase, siempre le gustaban las
mujeres; pero sucedió que luego, el protagonista de Mishima, se enamoró de una
mujer e incluso se iba a casar con ella. Pero él se enamoró y sin embargo, no
sentía deseo sexual por ella; y al final, infelizmente, la terminó perdiendo,
porque para cuando llegó el momento en que él se arrepintió y quiso quedarse
con ella, ya era demasiado tarde: ella ya se había casado con otro. ¿Qué nos
demuestra esto? Nos demuestra claramente que, un propio medio homosexual (es
decir, bisexual en este caso), como el gran Mishima, confesó que la atracción
sodomítica no constituye verdadero amor conyugal, sino que es sólo deseo
sexual, sólo es pura lujuria. Así, ese personaje de Mishima sentía deseo sexual
por personas de su propio sexo, pero amor conyugal verdadero, sólo pudo sentir
por una mujer.
Lo
mismo pues, de forma análoga, se daría entonces para los casos de las mujeres
homosexuales o lesbianas: ellas pueden sentir atracción sexual por otras
mujeres, pero amor conyugal de verdad, sólo pueden sentirlo por varones. Esa es
la realidad, y por eso es que los propios homosexuales confiesan que su
inversión se le denomina “orientación sexual”. Si ellos tuvieran en su corazón,
la idea de que en realidad lo suyo fuera verdadero amor conyugal, no
priorizarían el uso del término “orientación sexual”, sino que, por el
contrario, usarían el término “orientación romántica”. Así pues, notamos que
como dice el viejo refrán, “el pez por la boca muere”, y que, en el
fondo, todo sodomita o lesbiana sabe que su homosexualidad no constituye amor
real, sino a lo sumo una ficción amorosa, una suma de amistad intensa hacia su
pareja, que la mezcla con lujuria pura; pero no pueden sentir verdadero amor conyugal
por su pareja, y eso es porque el auténtico amor conyugal es generativo de
vida. Esto demuestra por enésima vez: la sexualidad es para la reproducción.
Por ende, la biología no se equivoca y las religiones tradicionales, tampoco.
Ahora
bien, también debo destacar que, desde un punto de vista libertario, más allá
de los sentimientos humanos, cada uno es libre de hacer lo que desee en su
ámbito privado; por ende, en ese sentido, por mí yo no tengo ningún problema
con que existan invertidos sodomitas y que, con su pareja, en el ámbito
privado, hagan lo que deseen. Según mis creencias, se irán de forma irremediable
al infierno; pero yo no impongo mis creencias hacia los demás, y por ende, por
mí que cada uno haga lo que desee en el ámbito privado, siempre y cuando tenga
el consentimiento de otro, claro está.
Pero
el problema aquí no son los sodomitas, sino que son los lobbies homosexuales y
el Estado nacional y el Estado global; el problema aquí es la (((agenda
mundialista))). Ése es el enemigo al que debemos enfrentar. De hecho,
extrañamente, hay algunos tradicionalistas que fueron o son homosexuales; como
es el caso del propio Mishima, quien era bisexual. Así entonces, podemos tener
en nuestras filas tradicionalistas y libertarias, a personas que sean invertidos
sodomitas, pero no tenemos por qué enterarnos de eso. Las costumbres y hábitos
sexuales de las personas, deberían ser cosas completamente privadas de las
personas particulares. El Estado no debería tener nada que opinar aquí. El
Estado sólo opina e interviene, porque tiene su (((agenda))) que cumplir.
Recuerdo
los años 1990 en Uruguay, cuando los sodomitas eran rechazados públicamente por
la sociedad común y corriente; pero de ningún modo eran perseguidos por el
Estado. Tampoco eran promovidos por el Estado. Sencillamente, durante la época
de mi infancia, si una persona quería ser homosexual, tenía toda la libertad de
hacerlo, sin molestar a nadie. El problema actual, que comenzó en Uruguay, a
partir del año 2005 con el advenimiento del gobierno izquierdista totalitario,
es que el Estado tomó riendas en el asunto y comenzó a promocionar a la
sodomía, como si fuera algo “correcto” o “normal”. Reitero: en Uruguay, antes
nunca antes discriminaba ni perseguía a los homosexuales, así como tampoco se discriminaba
a los negros; todos esos enfrentamientos sociales comenzaron a partir del
gobierno marxista del Frente Amplio. Entonces, de repente, parecía que los
negros en Uruguay eran “discriminados” por una esclavitud que había ocurrido hacía
más de cien años atrás, que las mujeres “no podían trabajar” o que si
trabajaban “ganaban menos”, y que “los homosexuales no podían serlo”. Así la
mentira se fue incrementando y el marxismo cultural hizo su trabajo: convenció
a la opinión pública de que el varón blanco y heterosexual era un
“privilegiado” en la sociedad uruguaya, y así, se promocionó como nunca al
feminismo y al homosexualismo.
Entonces,
la primera medida que se tomó en Uruguay, por parte del Frente Amplio, para
promover el homosexualismo, fue el decreto del Presidente Vázquez para permitir
que en las Fuerzas Armadas de la República, ingresaran personas abiertamente
homosexuales. Debemos aclarar una vez más: aquí no se está en contra de los
homosexuales, sino en contra del homosexualismo y de sus lobbies; y también,
desde el punto de vista religioso, yo estoy en contra de la homosexualidad.
Pero como soy libertario y cada persona tiene derecho a decidir sus creencias,
si alguien quiere ser homosexual (e ir al infierno), allá él o ella; así, una
vez más: el problema que estamos tratando aquí son los lobbies y la agenda
mundialista. Por ende, antes del decreto de Tabaré Vázquez, es muy probable que
sí hubiera homosexuales en las Fuerzas Armadas, sólo que nadie se enteraba,
porque, en definitiva, ¡a nadie le importa con quién se acuesta alguien! Eso es
un asunto privado de las personas. Así, el Presidente socialista, no hizo ese
decreto para “permitir que ingresen homosexuales al ejército”, sino para hacer
propaganda a favor del homosexualismo. Esto debe quedar muy claro.
Luego,
en el 2007 se aprobó en Uruguay, la unión civil (o concubinato) entre personas
del mismo sexo. De paso, instauraron el instituto “legal” del concubinato, es
decir, una fornicación “legal” con convivencia; así que también para los heterosexuales,
el Estado promocionó la fornicación y vivir en el pecado. El objetivo de esto:
burlarse del instituto del matrimonio; atentar contra la familia. Fue así, la
primera gran violación constitucional hacia el artículo 40 (el artículo de la
Constitución uruguaya, que defiende la familia).
No
contentos los lobbies homosexuales con la aprobación de la unión civil,
hicieron presión hasta que el gobierno izquierdista terminó aprobando el
autodenominado “matrimonio igualitario”, en el año 2013. Éste implica dos
cosas: primero, un falso “matrimonio” entre personas del mismo sexo (por
definición, el matrimonio es la unión conyugal entre varón y mujer), al cual
los católicos le hemos llamado de “putimonio”; y segundo, implica que más o menos
la edad entre los cónyuges principalmente si son heterosexuales, debe ser
similar; técnicamente, significa que aumentaron la edad mínima para casarse en
las mujeres de doce a dieciséis años y en los varones de catorce a dieciséis
años (continuó siendo con el permiso de los padres, para menores de dieciocho
años). También “igualitario”, implica que en el matrimonio nadie debe mandar ni
obedecer, sino que según el feminismo varones y mujeres son “iguales”; en otras
palabras, que el propio sexo es una “construcción social”. Así, se abrió pasó
también a la aceptación de los travestidos.
Ya
en la década de 1970, la Asociación Americana de Psiquiatría (el fraude de la
psiquiatría, esa pseudociencia absurda), retiraron por votación a la
homosexualidad de su lista de “parafilias”; y en el año 2018, terminaron
haciendo lo mismo con la transexualidad; todo por votación democrática. Eso es
la “ciencia” de ellos. Esto significa que toda la lista de “parafilias”, así
como la lista de “enfermedades mentales” (los manuales DSM), son un completo fraude.
No existen las enfermedades mentales; yo como católico no considero a la
sodomía como una “enfermedad mental”, sino como un pecado mortal contra natura.
Pero como vemos, la (((ciencia))) oficialista se refuta a sí misma con sus contradicciones,
y así, ellos mismos demuestran que todo lo que aquí está sucediendo no es
porque se preocupen por los sentimientos de las personas, sino porque están
siguiendo una agenda de dominación global.
Además,
consideremos otras “leyes” uruguayas que son parte de la agenda mundialista. La
primera, ya la encontramos durante el gobierno colorado de Jorge Batlle, que
fue la “ley contra racismo, xenofobia y toda forma de discriminación”; esa ley
en realidad, es una actualización de la “ley Bergstein”, aprobada por Julio María
Sanguinetti, durante su primer mandato, en el año 1989. Es decir, que Uruguay
apenas salió de la dictadura, y los esbirros de la izquierda ya comenzaron a
hacer su trabajo para servir a la agenda. De hecho, ya durante la década de 1990
entera, el Frente Amplio se pasó todo el tiempo haciendo una gran campaña
propagandística luchando contra el “neoliberalismo” y en contra del patriotismo
de los militares de la dictadura, así como también en contra del gran caudillo
más grande de la Patria uruguaya, como lo fue Juan María Bordaberry
(tradicionalista monárquico, carlista).
Luego
pues, en el año 2009, el Fraude Amplio aprobó también que los homosexuales
puedan adoptar niños; claro, como no pueden generar vida, ya que su relación
aberrante es estéril, entonces quieren adoptar niños, para pervertirlos desde
chicos. No voy a profundizar aquí en los profundos traumas psicológicos que se
puede causar a un niño, criado por invertidos sodomitas. Si ya he indicado que,
en un matrimonio heterosexual, los hijos de padres divorciados, ya son personas
que quedarán traumatizadas de por vida; ¡imagínense lo que debe ser, ser un
niño adoptado por una pareja no-heterosexual!
Es una completa aberración opuesta a la naturaleza.
Entonces,
en el 2013, aprobaron el autodenominado “matrimonio igualitario” e hicieron la
doble jugarreta en la modificación del Código Civil; muy atentos a este punto:
al mismo tiempo que el Papá Estado dio luz verde para la inversión sodomítica,
estableció una prohibición categórica, hacia las relaciones intergeneracionales
o intrageneracionales, pero heterosexuales de “menores de edad”. Antiguamente,
hasta el 2013, en Uruguay, un menor de edad (menor de dieciocho años), con la
autorización de los padres, podía casarse ya sea con otro menor, o más
generalmente con un mayor: por lo general, una mujer menor de edad, se podía
casar con un varón mayor de edad; eso siempre y cuando por supuesto, fuera
autorizado por sus padres. Es decir, que hasta el año 2013, todavía la “ley”
otorgaba cierta condena hacia la fornicación; pero ya en un tiempo, en que ésta
había perdido prácticamente toda condena social. Ahora, a partir del año 2013,
el Estado no sólo aprobó la homosexualidad, sino que condenó de forma
categórica (lo prohibió, así, lisa y llanamente), al matrimonio heterosexual en
lo que ellos llaman “menores de edad”. Y esa definición es falaz, porque
biológicamente, somos mayores de edad alrededor de los trece años, y no a los
dieciocho; más específicamente, las niñas se vuelven mujeres cuando menstrúan
(alrededor de los doce) y los varones cuando sus testículos se llenan de
esperma (alrededor de los catorce). Lo que sucede es que la mentira del
“dieciocho” es promovida desde el Estado y desde la ONU, para así tener a las
personas por más tiempos controlados bajo el sistema educativo (mayor
adoctrinamiento estatal y globalista). Por ende, aquí no vemos sólo que el
Estado promocionó la homosexualidad, sino que comenzó a restringir también la
heterosexualidad. ¿Notas lo que está sucediendo aquí? ¿Comienzas a percatarte
acerca del inmenso fraude de la supuesta “diversidad sexual”?
Seguiré
mostrando ejemplos, pues cuando llegamos al año 2018, encontramos un caso aún
más claro: ese año, fue el año en que—como mencioné—la Asociación Americana de
Psiquiatría, quitó a la transexualidad de la lista de “enfermedades mentales”
(esa lista falaz que alega que los que creemos en conspiraciones somos “locos
paranoicos”); y ese mismo año, Uruguay—un laboratorio de prueba de los
Illuminati (aquí primero aprobaron el aborto, las drogas, el putimonio; el
divorcio mismo, también)—aprobó la autodenominada “ley trans”. Incluso llegó a
haber un pre referéndum popular en contra de ella, pero no llegamos a los votos
necesarios para derogarla; el punto es que esa “ley”, aprobó además de
“reparaciones” y subsidios para travestidos (varones que se creen mujeres o
mujeres que se creen varones), que los “menores de edad”, ¡atención!, pudieran
“cambiar de sexo” (en realidad, intentar cambiarlo; porque el sexo es imposible
de cambiar), aún sin la autorización de sus propios padres, bastando únicamente
la autorización de un juez. Esa “ley” dice que, a los menores de edad, se les
puede dar hormonas del sexo opuesto, para que intenten cambiarse de sexo.
Es
decir, que al mismo tiempo que el Papá Estado prohíbe que menores de edad se
casen de forma heterosexual, permite y promociona que esos mismos menores de
edad, se puedan cambiar de sexo. ¿Ves lo que está sucediendo aquí?
Pongo
más ejemplos por si todavía no les ha quedado claro, mis queridos lectores: en
Uruguay, en la década de 1990 y anteriormente todo tipo de pornografía estaba
permitida legalmente. Sin embargo, a partir de la década de 2000, más
precisamente en el año 2004, el gobierno de Jorge Batlle comenzó a prohibir ciertos
tipos de pornografía: la denominada “pornografía infantil”. Prohibió su
producción, comercialización y también su distribución. Finalmente, para
completar, en el año 2018, durante el segundo gobierno de Vázquez, se prohibió
incluso la simple tenencia o almacenamiento de la denominada “pornografía
infantil”. Es decir, que ya en 1989 con la “ley Bergstein”, violaron el
artículo 29 de la Constitución (libertad de expresión); luego, comenzaron a
prohibir la pornografía en 2004 (más violación de la libertad de expresión) y
finalmente, en 2018, llegaron a comenzar a cercenar el derecho a la propiedad
privada (artículo 32 de la Constitución). Es decir, hemos visto un cúmulo de
“leyes” inconstitucionales que atentan contra los derechos individuales.
Y
aquí en esto de prohibir cierto tipo de pornografía, una vez más, vemos que
apelan a los llamados “derechos positivos”, es decir, aquellos supuestos
“derechos”, en los cuales tienen que quitarle derechos a alguien más; en este
caso, atentan contra la libertad de expresión y al final, terminan atentando
contra la propiedad privada. Sucede que prohibir la pornografía, no sólo es un
atentado contra la libertad de expresión, sino contra la libertad de
pensamiento, puesto que, si una persona tiene ciertos tipos de pornografía en
su propia propiedad privada, ¿qué derecho va a tener el dios-Estado a querer
quitarle esa propiedad a esa persona? Además que por supuesto, ese artículo que
se opone al mero almacenamiento de “pornografía infantil” es imposible de
aplicar, porque al Estado no se le va a ocurrir hacer allanamientos por las
dudas, en todas las casas del país, para ver si alguien tiene en su poder
“pornografía infantil”. En la práctica, ese artículo sólo puede ser aplicable
para cuando a una persona, la atrapen por otro delito, y ya de paso, también lo
condenan injustamente, por ese delito absurdo.
Obviamente,
yo sí estoy en contra de la fornicación, eso implica que estoy en contra de la
prostitución y de la pornografía, que es básicamente prostitución grabada; simplemente
con este ejemplo, quiero demostrar la completa hipocresía y doble moral del
Estado; pues por un lado, prohíben cierto tipo de pornografía de forma
categórica (violando la libertad de expresión y hasta de pensamiento), mientras
que por otro lado, promocionan la prostitución y la pornografía de todo aquello
a lo cual le sirva a su (((agenda))). Es decir, no veo a ningún país en
Occidente que se moleste por restringir o prohibir la pornografía homosexual o
transexual; al contrario, hasta la promocionan como si fuera algo “bueno” y
“saludable”; y al mismo tiempo desde Interpol, en todo Occidente, se enardecen
con furia contra todo lo que sea para ellos “pornografía infantil”, incluso
llegando el absurdo en algunos países no sólo de prohibir la pornografía de
“menores de edad”, sino también de imágenes o dibujos animados que representen
a menores de edad, en situaciones sexuales. Pero esto todo, no lo hacen para
evitar el abuso contra “menores de edad”. Claro que no. ¡Si el propio Estado
les incentiva a los “menores de edad” a que forniquen! (por favor, lean mi
artículo anterior y verán). Así,
al mismo tiempo que el Estado por un lado promociona que los “menores de edad”
forniquen, el Estado se hace el “puritano” para impedir que esos “menores de
edad” muestren sus propias aventuras fornicarias; y además, también el propio
Estado promociona que mayores de edad se prostituyan y muestren públicamente
sus aventuras fornicarias, a través de la pornografía heterosexual y
especialmente, homosexual.
¿Qué
se está promocionando aquí, desde parte del Estado? ¿Se están protegiendo
realmente a los “menores de edad”? ¡Claro que no! Si es el propio Estado quien
les está diciendo a los “menores de edad” que pueden “cambiarse de sexo”, aún
sin tener la autorización de sus padres; pero por otro lado, los “menores de
edad”, no pueden casarse, pero eso sí, ¡pueden fornicar!, pero ¡no pueden
mostrar su propia pornografía! ¿No notas la incoherencia de todo este sistema
globalista? ¿No ven el completo absurdo y sarta de contradicciones? ¿No perciben
la arbitrariedad?
Es
exactamente lo mismo cuando el Estado dice: “bueno, puedes fumar marihuana”,
“¡pero no fumes tabaco, eh”. O “te permito que autocultives tu marihuana y que
abras clubes cannábicos para venderla; pero ¡hey!, no vendas cocaína, ¡eso no!”
¿Por qué se puede vender tabaco o marihuana, pero no cocaína? ¿Por qué se puede
consumir drogas (porque el Estado uruguayo considera que, si es droga para
consumo propio, sea cual sea, eso no es delito), pero no se puede consumir “pornografía
infantil”? ¿No notan todo el sinsentido de esto?
Al
final, si nos damos cuenta, todo esto se trata de control, de dominación por
parte del Estado; todo esto se trata de poder. Lisa y llanamente, el Estado te
dice qué hacer, qué puedes decir y que no, y hasta qué puedes pensar y que no.
Ellos prohíben una cosa y permiten otra que es de igual índole; es decir,
pueden prohibir un vicio al mismo tiempo que permiten otro; no importa que
estemos hablando de un crimen sin víctimas como consumir drogas o aún más, como
vender drogas o como consumir cierto tipo de pornografía, o aún más como vender
cierto tipo de pornografía. No importa que eso no tenga víctimas; el Estado
argumentará, por ejemplo: “pero es que, si vendes drogas, le estás haciendo mal
a otro”, o que “si distribuyes pornografía infantil estás siendo partícipe del
abuso de menores de edad” (y atención, es el mismo Estado que dice que asesinar
bebés no-natos “está bien” y que es un “derecho de la mujer”). En realidad, si
una persona vende droga, él está mal, pero el otro que la compró también. Sin
embargo, el Estado no tendría nada que intervenir, porque esas son todas
decisiones privadas de las personas.
Cuando
yo todavía era estatista, quería usar al Estado para abolir esos males como las
drogas, la pornografía, la prostitución, el alcoholismo o las apuestas; pero
después cuando me torné libertario me di cuenta de que, en realidad, no se
puede acabar con el mal, haciendo otro mal más grande. Es decir, si para
exterminar con todas esas degeneraciones, entonces debo imponer mi ideología
hacia los demás, eso me estaría convirtiendo en uno de ellos: otro izquierdista
totalitario más. Además de esa razón ética, tenemos una razón utilitarista y es
que se trata de ver la realidad de las cosas en el mundo en que vivimos: hoy en
día, ningún “nazi” podrá jamás tomar el poder del Estado, para a través de él
hacer lo correcto e imponer el bien. Además, el bien no se impone: sino que
como he dicho varias veces: se da el ejemplo.
Por
ende, no es el Estado quien tiene que prohibir las drogas, ni la prostitución o
cualquier tipo de pornografía. El Estado sencillamente en todas esas materias
no debería tener nada que opinar. Somos nosotros la sociedad civil y las
religiones, las que tenemos que condenar todas esas inmoralidades.
Así
entonces vemos que mientras que en Oriente allá sí prohíben todo tipo de
pornografía; aquí en Occidente, sólo prohíben un tipo: la que les incomoda para
su agenda. Sin embargo, la solución final residiría en la abolición del Estado,
para que así, al haber un libre mercado de ideas, yo estoy seguro que, en muy poco
tiempo, lograríamos regenerar a la sociedad, y eliminar todas esas cosas
negativas como el flagelo de las drogas, el alcoholismo, la prostitución, la
pornografía, las apuestas por dinero, etcétera.
Por
ello, es importarte percatarnos de que nuestro verdadero enemigo, por lo menos
el enemigo visible que debemos enfrentar ahora es el Estado; pues él es quien
en verdad incentiva todas las inmoralidades en general, y particularmente las
inmoralidades sexuales.
Así
pues, vemos que, por un lado, el Estado promociona la homosexualidad, mientras
que prohíbe que los “menores de edad” se casen, y también odian las relaciones
intergeneracionales.
Pero también, hay
muchas otras “orientaciones” sexuales que el Estado odia, porque se oponen a su
agenda. Comparemos, por ejemplo, el artículo 83 del Código Civil uruguayo con
el artículo 263 del Código Penal uruguayo. En el primer artículo se define al
matrimonio civil como “la unión permanente, con arreglo de la ley, de dos
personas de distinto o igual sexo”; pero en el segundo artículo, condena
categóricamente: “el que estando unido por matrimonio válido contrajese
segundo matrimonio válido (prescindiendo de la causal de nulidad que representa
este hecho), será castigado con la pena de un año de prisión a cinco de
penitenciaría”. ¡Increíble! Al mismo tiempo que el Estado alaba la
homosexualidad, condena categóricamente a la bigamia (y otros matrimonios
múltiples) como “delito”. Una vez más, otro “delito” sin víctima.
El Estado te dice: "hombre, te puedes casar con otro hombre, ¡pero NO con varias mujeres, eh!"
¿A esto le llaman diversidad?
Permiten la sodomía, el lesbianismo y la transexualidad, pero castigan de forma
furibunda a que los menores se casen o a que las personas puedan casarse con
más de una persona. También promocionan cierto tipo de pornografía, al tiempo
que condenan categóricamente a otro, supuestamente para “proteger a los
menores”; pero ellos mismos que alegan “protegerlos”, son quienes en primer
lugar permiten matar a esos mismos menores, incluso antes de que se les dé la
oportunidad para nacer, y también son los mismos que permiten a esos menores
que se puedan intentar cambiar de sexo (que los varones se mutilen su pene y
que las mujeres se mutilen los senos y se hagan un pene artificial). ¡Guau!
¡Espera, es que yo me quedo abrumado por tantas “bondades” del Papi Estado!
(nótese mi sarcasmo, en esta última oración).
Ahora
para que todo este mensaje que estoy queriendo presentar, quede más fácil de
entender mostraré el siguiente esquema. Aclaro que nada tiene que ver con que
yo apruebe o deje de aprobar a esas otras “orientaciones” alternativas;
simplemente mi punto aquí, es presentar las contradicciones del Estado. He aquí
mi esquema:
¡¡¡La "diversidad sexual" es un FRAUDE!!!
Como
vemos, existe algo denominado “aceptación social”, la cual está promocionada y
manipulada por el Estado y sus lobbies. Por un lado, notamos que la
homosexualidad tanto masculina como femenina, se encuentran aceptada y
promocionada; y también la asexualidad está aceptada, si bien, posee baja
popularidad, ya que el Estado promociona la fornicación, lo cual es una
paradoja para la reproducción: promociona la fornicación, pero con
anticoncepción. Entonces la asexualidad si bien está aceptada, se encuentra
relegada a un segundo plano, porque los célibes vírgenes son “mal vistos” por
una sociedad hipersexualizada, promocionada por el Estado.
Luego,
también se promocionan mucho las relaciones interraciales: el fin de esto, para
su agenda, no es disminuir la población mundial, sino promocionar
específicamente el genocidio blanco. Las relaciones interraciales, como
políticas de Estado, a menudo van de la mano de las políticas pro inmigración
(el inmigracionismo).
A
continuación, está la heterosexualidad común, la cual por supuesto, no vamos a
decir que no esté socialmente aceptada; sin embargo, está siendo cada vez más
atacada, ya sea a través del divorcio, la fornicación, la anticoncepción, la
violencia doméstica, etcétera; todo ello, auspiciado por parte del Estado.
Después
están las heterosexualidades relegadas, las heterosexualidades “alternativas”,
que no dejan de ser otras formas de heterosexualidad, por supuesto (y por ende,
son reproductivas); pero que son muy atacadas en Occidente (no así en Oriente),
por el oficialismo estatista-globalista; ellas son: la heterosexualidad
poligámica, la heterosexualidad endogámica y la heterosexualidad
intergeneracional. La primera se divide en poliandria o poliginia, siendo que
la poliandria es poco practicada de forma oficial en el mundo (al menos que
consideremos la fornicación femenina como tal, que es como si fuera una
“poliandria temporal”), y luego tenemos a la más conocida poligamia, que es la
poliginia, de la cual tenemos el gran ejemplo del mundo islámico. Luego,
tenemos a la heterosexualidad endogámica, a menudo confundida simplemente con
incesto (algo condenado completamente por mi religión, por ejemplo); cuando en
realidad puede ser incestuosa o no, dependiendo de qué se defina como incesto;
y finalmente se encuentra la heterosexualidad intergeneracional, como ya he
explicado.
Vemos
en el cuadro comparativo que toda forma homosexual, no reproduce y la
interracial sí reproduce, pero en detrimento de la raza que es recesiva; es
decir, siendo la raza blanca recesiva en sus caracteres con respecto a la
negra, entonces es obvio que el mestizaje destruye en este caso a la raza
blanca (se contribuye con el genocidio blanco). Luego está por supuesto, la
asexualidad, que tampoco reproduce. Por otro lado, además de la
heterosexualidad típica, tenemos las heterosexualidades alternativas (muy
perseguidas en Occidente), de las cuales tenemos dos tipos que poseen mayor
tasa reproductiva, es decir, la heterosexualidad poligámica poligínica implica que,
a más mujeres, habrá más hijos; y la heterosexualidad intergeneracional implica
que a cuanto más joven es la mujer, habrá más hijos, ya que se la abarcará con
mayor tiempo de fertilidad. Y en cuanto a la heterosexualidad endogámica,
simplemente se amplía el espectro de posibilidades para conseguir pareja, ya
que muchas veces se hace más fácil conseguir pareja entre los parientes, que
fuera de la familia extendida.
Así
entonces, notamos cómo el Estado en realidad no promueve toda la diversidad
sexual que existe, sino que sólo la que le es funcional a su agenda. Claro,
después tenemos también otras prácticas como la zoofilia o bestialismo y la
necrofilia, que tampoco reproducen nada; y la verdad que, por ahora, el Estado
no las promociona muy abiertamente porque eso chocaría con la mayoría de las
personas, ya que son cosas demasiado asquerosas. Sin embargo, eso es por ahora,
ya que como siempre se va corriendo la ventana de Overton cada vez más hacia la
Izquierda, haciendo que comportamientos inaceptables se vuelvan tolerables,
como ya ha sucedido con la homosexualidad. Pero lo que nos podría en primera
instancia parecer “extraño”, de que el Estado sólo permita y promocione ciertas
“orientaciones sexuales”, al mismo tiempo que condenan otras; si uno lo analiza
bien, se dará cuenta de que al final, lo que le importa al globalismo no es que
haya diversidad sexual (de gustos sexuales) para todos, sino que simplemente se
cumpla con su agenda.
Entonces
si analizamos bien, en el fondo, el Estado tampoco le importa “defender a los
homosexuales”, sino que al igual que sucede con las mujeres con el feminismo,
simplemente los está usando, para su agenda. Lo único que le importa a esa
agenda mundialista aquí, es destruir a la humanidad; y qué mejor forma de
hacerlo que a través de disminuir la población mundial, y secundariamente, a
través de la disgenesia y toda forma de degeneración.
Si
el Estado fuera a ser completamente ecuánime o bien prohibía toda forma de
“orientación sexual” (salvando la heterosexualidad, sólo para reproducirse), o
bien permitía toda forma de “orientación sexual”, sin ninguna reserva. Lo que
en verdad debería ocurrir—sea a través del Estado mínimo, o como yo promuevo,
sin Estado—es que el Estado (de existir), no debería inmiscuirse en absoluto en
todo lo que se relacione con el matrimonio o la sexualidad humana. Así serían
las propias personas, quienes se encargarían de decidir qué consideran bien y
qué consideran mal, entre todas las “orientaciones sexuales” que existen.